Carta al deportivismo: llamada al optimismo
No tenía pensado escribir nada especial esta semana. Pensaba que lo mejor en este caso era tomarse el partido de Anduva como un encuentro cualquiera. Menos presión y menos tensión, intento de normalidad. La derrota ante el Extremadura fue durísima, de las peores que recuerdo. ¿Cómo puedes tirar por la borda un partido que te da la permanencia contra un rival ya descendido? Incomprensible. Inexplicable. La rueda de prensa de Fernando Vázquez tras la derrota fue el claro reflejo de lo que sintió el deportivismo esa tarde de domingo. Sin embargo, y pese a no querer escribir nada especial esta semana, aquí estoy. Debo reconocer que leer tantos y tantos mensajes extremadamente pesimistas en redes sociales han despertado en mí el coraje necesario para cambiar de opinión.
¿Ya no nos acordamos de cómo estábamos en diciembre? ¿Nadie se acuerda de los diez puntos que llegaron a separar al Dépor de la permanencia? ¿Si entonces nos dicen de llegar a las últimas dos jornadas dependiendo de nosotros mismos, alguien no lo hubiera firmado? Son dudas que afloran en mi cabeza cuando leo según qué tuits. El Dépor perdió ante el Extremadura una gran oportunidad de sellar su permanencia, sí. No obstante, el equipo depende de sí mismo, con mejor plantilla que sus competidores y también con un calendario más favorable. Haciendo cálculos - algo que el deportivista lleva en su ADN - una victoria en Miranda muy seguramente certificaría la permanencia. Leyendo reflexiones de algunos aficionados, uno puede pensar que el Deportivo ya está descendido. Yo, lo siento, pero no me subo a ese barco. No creo que el Dépor tenga peor equipo que sus rivales. No creo en tirarlo todo al traste por dos partidos malos. No creo que este equipo esté falto de fútbol y ambición. Yo era optimista en diciembre, cómo no voy a serlo ahora.
Me niego a creer que el gol de Peru al Tenerife no marcó un antes y un después en nuestro destino. Me niego a pensar que el regreso de Fernando Vázquez fue en vano. Me niego a creer que las siete victorias consecutivas fueron una mera casualidad. Me niego a pensar que la remontada ante la Ponferradina no servirá para nada. Me niego, en definitiva, a tirar la toalla. Y menos ahora.
No me creo un abanderado del deportivismo, ni muchísimo menos. La gente que critica a Fernando Vázquez, a Aketxe o a Mollejo por dos partidos malos no son peores deportivistas. De verdad, no creo eso. Entiendo la frustración que vivimos. En apenas un año, hemos pasado de tener pie y medio en Primera, a vernos muy cerca del infierno de la Segunda División B. No es nada fácil digerirlo. Quedan dos partidos y solo seis días para que termine la peor temporada de nuestras vidas. Cuando ocurra, ya habrá tiempo para hacer juicios, valoraciones y tomar decisiones, que falta hacen. Hasta entonces, y humildemente, solo puedo pedir unión y optimismo. Quien no crea, que se baje del barco y no moleste. Pódese.