El discurso del odio
Esta última semana ha sido muy intensa, sobre todo informativamente hablando y ha habido algo que me ha llenado de pena, algo que se está convirtiendo en lo peor de este deporte tan bonito: El discurso del odio.
Desde que mi padre me llevó por primera vez a Riazor, hace más de treinta y cinco años, me hice del Dépor, igual que otros compañeros de colegio eran del Madrid y del Barsa. Por aquel entonces, y no os miento, en el cole regalaban las entradas de los partidos del Dépor y a veces, sobraban. Quién nos lo diría unos años después. Yo era el rarito, un equipo que llevaba un mundo en segunda, sin pelear por títulos…
Recuerdo aquel partido de la promoción de ascenso frustrada, en el 86, en la que el Celta nos ganó 0 a 1 con un penalti dos metros fuera del área. Fue un Derby intenso, policía incluida, pero me enamoré del ambiente.
Poco después pasé muchos años en los Riazor Blues, cuando aún éramos sólo tres filas, y también recuerdo que cada vez que cantaban Vigo no, yo me callaba (el vigués el que no bote no, porque hay que diferenciar entre el escarnio y la risa y el insulto).
A mí me educaron así, en el respeto, y creo que como yo, mucha otra gente. Vivo la rivalidad, y quiero que el Celta esté por debajo (ahora está complicado), pero siempre cerca.
Viendo lo que veo estos días y leyendo lo que leo, siento mucha pena, sobre todo en las redes sociales. Gente que vive sólo para el insulto, de todos los colores, no sólo los de los clubes implicados, veo a otros de Málaga, Valladolid, Mallorca, entrar al trapo, reírse, insultar….pero lo que peor llevo, y hoy día de Galicia, os invito a esta reflexión, es a los gallegos atacando a los gallegos.
El fútbol se ha convertido en algo más político que lo que simplemente es, un juego. Y las redes sociales potencian todo este discurso del odio interesado. Se sacan fotos antiguas con muy mal gusto, se hacen memes con la sola intención de hacer daño, pero sobre todo parece que hay gente que vive sólo para entrar al trapo a cada twit que no va con su línea editorial. No permiten ni opinar, ni sentir, todo es odio, bilis pura. Y hablo de todos los frentes, pues unos contestan, otros reprochan, unos burlan, otros insultan.
¿Dónde están esos tiempos en los que se opinaba con respeto? Yo entiendo a toda esa gente que dice que el Dépor se mereció descender en el campo, tienen razón, pero también a los que dicen que se fue injusto con lo que se hizo en la última jornada.
No todo es blanco y negro, un término medio, ponerse en la piel del otro, calzarse sus zapatos, un poco de empatía, por favor.
Esta crisis, que debería ser principalmente sanitaria, que es lo más grave, se está convirtiendo en un ring de boxeo entre gallegos, y eso me duele en el alma, me hace pensar que quizá, todo lo que amaba del fútbol, se está perdiendo.
Escarnio, rivalidad, sí. Odio, no.