Abegondo, tenemos un problema
Ha sido una semana complicada. En poco menos de siete días, el deportivista de a pie ha tenido que resignarse a ver cómo Juan Carlos Real fichaba por el Huesca y el contrato de Pedro Mosquera era rescindido por decisión unilateral del club. Mientras, Róber Pier se aleja todavía más de A Coruña.
No es ningún disparate decir que Abegondo no funciona. Sin embargo, si uno se detiene y analiza la parcela formativa del Deportivo, encuentra una paradoja curiosa: el Dépor es capaz de formar buenos futbolistas que, o bien malvende, o terminan marchándose por falta de oportunidades. La venta a bajo coste de Edu Expósito, el no fichaje de Juan Carlos o la extraña y fría rescisión del contrato de Mosquera son tres capítulos más de un drama que parece no tener fin.
Recuerdo que hace unos años, el Fabril dirigido por José Luís Devesa estuvo cerca de lograr un ascenso histórico a la Segunda División B. Un partido que tuvo de todo menos fútbol contra El Palo lo impidió. De ese gran equipo destacaban futbolistas prometedores como Álvaro Lemos, Pablo Insua, Luís Fernández, Romay, Dani Iglesias o Bicho. Sinceramente, yo era de los que pensaba que esa generación iba a cambiar el rumbo del Deportivo y su cantera. Nada más lejos de la realidad. ¿Dónde juegan hoy todos ellos? Lemos lo hace en Las Palmas, Pablo Insua ha jugado cedido esta temporada en el Huesca siendo propiedad del Schalke 04, Luís milita en el Asteras Tripoli griego, Romay en el Pontevedra, Dani Iglesias en el HNK Rijeka croata y Bicho continúa en el más absoluto ostracismo ocupando una plaza en el filial deportivista. Exacto, ninguno de ellos forma parte del primer equipo del Dépor.
Años más tarde, viviríamos un déjà vu con un filial entrenado por Cristóbal Parralo. Aquel Fabril estuvo cerca de lograr la heroica gesta de dos ascensos consecutivos. Se quedó a las puertas. De aquella maravillosa generación se marcharon Blas Alonso, Steve One, Gaizka Martínez, Carlos López, ‘Pinchi’ o Jardel, entre otros. El último en marcharse, Edu Expósito, lo hizo rumbo al Eibar y por un precio, a mi parecer, muy inferior a su nivel.
“Houston, tenemos un problema” dice la popular expresión. Algo fácilmente aplicable al día a día en Abegondo. El problema lo tenemos nosotros. En la ciudad de cristal pedimos tener más gente de la casa en nuestro equipo. No obstante, cuando eso sucede, al jugador se le mira con una lupa diferente al resto, mucho más crítica y exigente. El claro ejemplo de ello es Pedro Mosquera. Uno de los mejores centrocampistas que ha pasado por Riazor en la última década. Siempre envuelto en críticas por su supuesto bajo rendimiento, cuando los números dicen lo contrario: el Dépor de la pasada campaña sumaba más puntos con Mosquera sobre el verde que sin él. Pero las culpas siempre al jugador coruñés.
Estarán de acuerdo en que la nota más positiva de la pretemporada blanquiazul está siendo el gran nivel mostrado por los canteranos. Hombres como Gandoy, Mujaid, Javi Sánchez, Bourdal o Martí Vilà están rindiendo de una manera gratamente sorprendente. Porque sí, nuestro futuro sigue pasando por Abegondo. Si de verdad queremos un Dépor con gente de la casa, que entienda qué es A Coruña y qué significa el Deportivo para sus aficionados, el apoyo hacia los canteranos debe ser incondicional. No se les puede exigir que, desde sus inicios, ya maravillen Riazor con jugadas ‘maradonianas’ o goles imposibles. Apaguemos la lupa tan y tan crítica que tradicionalmente enfoca a cada canterano. Abegondo seguirá produciendo jugadores de alto nivel. Está en nuestras manos.