El cuento de Xiana

Cuando crees firmemente en algo y das todo lo que tienes para conseguirlo, a veces, ocurre el milagro. Ellas son nuestro milagro.

Ayer recordé vivamente mi primera vez. Tenía nueve años. Mi padre no solía ir al fútbol, pero por aquel entonces la benemérita entraba con sólo enseñar su acreditación, así que me compró una entrada en esas taquillas que aún sobreviven en la parte superior de Pabellón y me llevó a ver el Dépor-Recre. Lo recuerdo como si fuera ayer: El gol de Agulló, lo metió por la escuadra la primera vez y el árbitro, bendito seas, se lo anuló, así que Agulló volvió a colocar el balón y volvió a meterlo exactamente por él mismo lugar la segunda vez. Nunca lo olvidaré.

Xiana llevaba nerviosa varios días, desde que supo que por fin vería As Nosas en Riazor. Xiana tiene nueve años y desde muy pequeña le gusta el fútbol. Es del Dépor porque es de lo cercano, de lo de aquí, de lo nuestro y sus padres desde pequeña le enseñaron a apreciar el valor de pertenencia. Por la mañana en el cole le dolía la barriga, tanto que estuvo a punto de decírselo a la profe, pero se aguantó, sabía que si se ponía malita su sueño terminaría allí.

La mamá de Xiana es muy futbolera y desde el año pasado, desde aquella promoción de ascenso, veían juntas los partidos del Dépor Abanca. En su cabeza siempre estuvo el sueño de verlas jugar en directo pero la mamá de Xiana trabajaba los fines de semana así que parecía tarea imposible. Pero un día vio en la tele que el partido de la Copa de la Reina sería en Riazor. ¡Mamá, mamá, por favor, quiero ir¡ La mamá de Xiana la miró sonriente y le echó un vistazo al calendario. Martes, ocho de la tarde, un poco tarde para el día siguiente ir al cole pero esa niña se lo merecía.

Y la hora del partido se acercó. Se empapó de las declaraciones de As Nosas, sus referentes, mientras vestida totalmente de blanquiazul y con el número 4 a la espalda le daba patadas a un balón en la cocina. Xiana y su mamá viven en la zona de la Domus así que fueron andando al estadio. Estaba emocionada, por fin, iba a cumplir su sueño. Entonces, enfiló el paseo y abrió mucho los ojos asombrada, ya escuchaba la música, ya veía las luces, la playa, sin duda, el camino hacia el estadio más bonito del mundo.

Sentía cómo su estómago mariposeaba de emoción, la de la primera vez, y cuándo por fin asomó su pequeña cabecita a una de las bocas del Estadio de Riazor se quedó petrificada, tanto que su madre tuvo que devolverla al mundo real, su sueño, ese con el que tantas veces había soñado era real. Vio a As Nosas posando para la prensa y las saludó, vitoreó sus nombres y entonces empezó el partido.

Por su banda correteaba una chica de coleta, su nombre Cris, pensó en cómo haría para aguantar todo el rato sin correr. Otra chica muy alta con botas amarillas le llamó la atención, ¡qué seria estaba siempre¡ Mamá le iba recordando sus nombres mientras ellas tocaban el balón, pero no hacía falta, Xiana se sabía mejor eso que los ríos de España, pero disimulaba para que mamá no le echara la bronca.

Y llegó el primer gol, lo vio cerca, aquella niña peke, cogió el balón, lo pegó al pie, loqueó a su defensa y la pasó al área para que la chica rubia imparable, esa que tanto le gustaba, Athenea marcará el primer gol, uno que jamás podría olvidar.

Y así, el primer partido de Xiana en el estadio de Riazor, fue una fiesta total, goles de todos los colores, un estadio rugiendo con los nombres de sus chicas y sobre todo con una figura, un referente, alguien al que le gustaría parecerse de mayor: Tere Abelleira. Era tan buena jugando, hacía cosas tan bonitas que le recordaba a un dibujo animado.

Xiana no se dejó vencer por el sueño y antes de que el partido acabara, antes de que aquel sueño que sería eterno se quedase sólo en su imaginación y sus fotos le preguntó a su madre:

  • Mamá, ¿Puedo apuntarme a fútbol?
  • La mamá de Xiana la miró, buscó en el campo a Tere, volvió a mirar a su hija y sonrió.
  • Claro hija, tú serás lo que quieras, los sueños a veces, se cumplen.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

PD: Ayer muchos niños y niñas de A Coruña fueron Xiana. Gracias As Nosas por hacerlos felices.

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