Wanted dead or alive

SE BUSCA VIVO O MUERTO.

El día 3 de Septiembre de 2.015, después de la segunda victoria del equipo en esta temporada el Presidente del Deportivo, señor Fernández, hizo unas sonoras declaraciones sacando pecho, colgándose medallas, y afirmando que esta temporada (sí, esta misma 2.015/2.016) iba a ser la de la coronación del Depor en la Primera División.

La situación en la que estamos revela muchas cosas; la primera de ellas, es que este presidente es un lenguaraz, que le puede su enorme soberbia y el mismo afán de protagonismo que ya había puesto de manifiesto recién llegado a la presidencia en los vergonzosos premios Taiwan Excellence, aquellos en los que trató de equipararse a deportistas como David Cal. Pero eso ya ha perdido importancia para el deportivismo, ¡Allá él!; sin duda sería mucho mejor tener un presidente que represente los valores deportivistas de humildad y prudencia que un presidente fanfarrón y pagado de sí mismo, pero en la situación en que estamos eso ya no es importante por el momento; lo podrá ser para el futuro, pero ahora tenemos que centrar toda la atención en lo que tenemos encima y resolverlo, porque si no, ni siquiera tenemos futuro.

Mucho más importante es que este Presidente carece de todo criterio deportivo y que se deja llevar por el vaivén de los acontecimientos sin tener un criterio claro (acertado o no) de lo que necesita un club de fútbol de Primera División.

Lo peor de todo es cuando ambas cosas, el afán de protagonismo y la soberbia por una parte y la falta de criterio claro en materia deportiva por otra parte, se unen y acaban produciendo el resultado en que nos encontramos.

Vaya por delante en honor a la verdad que no era previsible que después de una primera vuelta magnifica como la que hizo el equipo, se haya desplomado de la manera en que lo hizo en la segunda vuelta, hasta el punto de hacer la peor segunda vuelta de toda la liga. Se puede pensar y con razón que a los futbolistas y especialmente al entrenador no se les pudo olvidar jugar al fútbol en tan solo cinco meses. Cierto, sin duda alguna; pero no es menos cierto que también es posible, que en la primera vuelta se hayan hecho más puntos de los que realmente correspondían a la verdadera capacidad y a los méritos del equipo y que en la segunda vuelta se hayan hecho también menos puntos de los que correspondían a esa misma capacidad. Pero es que esto es fútbol y en el fútbol pasan estas cosas y precisamente porque pasan estas cosas es para lo que se necesita un Presidente que entienda, que conozca estas situaciones y que actúe con capacidad y con responsabilidad. Y lo que tenemos los deportivistas en la presidencia es a un señor que carece de la capacidad y de la responsabilidad necesarias, y que, además es un soberbio; y lo peor de ser un soberbio es que eso le incapacita para reconocer los errores, y mientras no reconozca los errores no encontrará las soluciones necesarias; mientras piense que la culpa es de los demás, o de la manida mala suerte, no habrá solución; y esto es lo peor de todo.

Sé sobradamente que el Presidente no remata a gol ni saca los corners; pero también sé que es el que tiene la responsabilidad de contratar al entrenador y a los jugadores que lo hagan. Y si cumple con esa responsabilidad habrá cumplido con el compromiso adquirido ante los socios, y en caso contrario no habrá cumplido.

En el presente caso, es evidente que no ha cumplido esa responsabilidad: ha fracasado estrepitosamente, un año más. El año pasado, guardó el dinero del superávit de la temporada para adelantarle dinero a Hacienda, en lugar de invertirlo en contratar jugadores que nos ayudaran a salvar la categoría que sólo pudimos alcanzar con un patético y milagroso empate en el Camp Nou con remontada incluida en la última jornada. Parecía que había aprendido la lección, pues otra vez este año, vuelve a tropezar en la misma piedra, guardando el superávit económico sin hacer ningún fichaje en la segunda vuelta (excepto un portero que no tiene sitio ni de tercer portero) y convirtiendo al Deportivo en el peor equipo de la segunda vuelta hasta el punto de colocarnos en puestos de máximo peligro de descenso.

¿Es que no va aprender nunca?

Esa nefasta gestión hay que unirla al hecho de haber contratado un entrenador sin experiencia alguna en la Primera División, demostrando con ello una falta total de criterio, pues hay que recordar que después del todavía inexplicable e inexplicado cese de Fernando Vázquez, fichó a Víctor Fernández diciendo que lo hacía porque quería un entrenador que tuviera experiencia en Primera División y títulos, para seguidamente cesarlo y fichar a Víctor Sánchez que no tenía ninguna experiencia en Primera División (ni por supuesto títulos) y que venía al Deportivo como un becario a hacer prácticas, a aprender, cuando todo el mundo sabe (menos este presidente) que en el Deportivo no se puede venir a aprender: hay que venir aprendido de casa. Esa falta de experiencia del entrenador la estamos pagando ahora, y esperemos que el precio no resulte demasiado caro.

¿Y cuál es la reacción del Presidente ante esta situación? Esconderse, no dar la cara. Ahora es el momento del Presidente; tiene que salir y dar la cara ante la afición, animándola y animando al equipo para salvar la situación a que nos ha llevado, que todavía estamos a tiempo. La afición ha dado una magnífica muestra de apoyo al equipo con un recibimiento multitudinario ante el transcendental partido con el Getafe ¿Que ha hecho el Presidente? Ni está ni se le espera. Se ha demostrado que este Presidente no está, ni mucho menos, a la altura de la afición.

Seguramente nos vamos a salvar del descenso, estoy convencido de ello, pero no estaría de más que el Presidente saliera de su escondite, y hablara con los jugadores y con el entrenador, y diera la cara ante la afición. No puede seguir escondiéndose y reservarse si nos salvamos, para volver a sacar pecho y decir que eso ya estaba previsto y que no salió antes para no interferir. Mentira; se esconde porque está asustado, porque ha perdido el control y ha convertido al Depor en un barco a la deriva que solo se salvará si la tempestad amaina por sí sola, y no por la pericia de su capitán; afortunadamente la tempestad amainará, pero para la próxima tempestad, que vendrá seguro, necesitamos otro capitán; este, el presidente, se ha demostrado totalmente inepto.

FOTO: Germán Rodríguez Conchado

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